PARTE II
Los tres tipos tenían un aire extraño, lo primero que me vino a la mente fue el pensar que eran los propietarios del pesebre, pero su aspecto no era el habitual que suele verse por aquí en Judea. Después imaginé que eran representantes de algún producto nuevo, vendedores a domicilio o inmigrantes de buena posición, su indumentaria era correcta, tal vez incluso un poco exagerada, capas de Armani, camisolas de raso de Ralf Laurent, y unas chaquetas inconfundiblemente chic, muy del estilo Ermenegildo Zegna. Los complentos eran de Titto Bluni. Sus pajes en cambio, iban al uso, faldas largas, con reclamos fosforescentes y sayos negros o azules, que más da, como si fuesen repartidores de paquetes, o almacenistas de una funeraria, ropas de tela tiesa y resistente, y calzado de batalla.
Sus rostros reflejaban cansancio, y un aspecto doliente, mostraban moretones por la cara, uno en un ojo, otro en la frente, portaban cartas de apercibimiento en grandes sacos negros que cargaban a sus espaldas.
-Que no, que no, que esas no hay que dejarlas en esta dirección, son para otros miserables- Murmuraba uno de ellos.
Pegué un salto sobre el pesebre pensando que eran resoluciones contra mi, pero eran suyas propias, obsequios para la navidad y el año entrante, me dijeron.
Los 'encargados pajes' (No confundir con pajilleros), eran cristos en sí, aunque yo no supiera todavía que era un cristo, más que cuando en agosto ponía rebajas en la carpintería, ¡Menudo cristo se formaba!.
Los tres tipos y sus lacayos se colaron allí sin más ni más , me empezaron a ofrecer nueces, naranjas, quesos y jamones magníficos, todo perfectamente empaquetado, con denominación de origen, muy sabroso, lo que me confirmó mi primera sospecha de que se trataba de un comando de vendedores ambulantes. No quise comprar nada, y tras jurar en ararameo, cosa muy común en estos lares, cambiaron su discurso.
Me informaron que eran los Reyes Magos, lo que en principio me hizo mucha ilusión, pensé que David Coperfield venía con ellos, pero tuvieron que aclararme que no eran prestidigitadores, que estos últimos sólo trabajaban en la zona de caja de algunas estaciones de la empresa, -Los que venden jamones- dijo uno de ellos desde el fondo.
Se presentaron como representantes de la Unión Europea, "Venimos desde España patrocinados por Repsol". Me explicaron que con la crisis, los originales de oriente no habían podido venir, y ellos habían tomado aquel relevo, para llevar naranjas a la China, frutos secos y productos de Extremadura, allá donde ya no alcanzaba el Corte Inglés. Seguí sin entender que hacían allí, con sus corbatas y sus trajes de tiros largos, acompañados de sus pajes, y en su espejismo laboral y social, haciendo malabares del verbo ante nosotros.
Dio un paso el frente el más canoso de los tres, "Soy el Delegado Regional de la zona centro, la 10, la buena, la mejor, represento a Melchor, hemos venido detrás de aquella estrella", y me señaló al firmamento,
-¿Que estrella? - Pregunté - Yo no veo nada -
- Por allí, por allí -
Uno de sus sumisos ayudantes le susurró alguna indicación en el oído, de inmediato me respondió.
- No puede verla por que sólo se enciende a ciertas horas, no voy ahora a explicarle nuestro 'Plan Edison' de ahorro energético, cuando sustituyamos las estrellas por luces led podrá gozar del espectáculo continuamente y punto -
Durante unos minutos, tanto 'Maruchi' como yo, aguantamos estoicos la perorata del Delegado de Melchor, o su alter ego, o su representante, que se yo. Me relató que tras la estrella oculta por recortes presupuestarios, recorriendo caminos de asfalto verde y ecológico, fabricados con detritus de cabra, neumáticos usados y restos de manzanas podridas, habían llegado andando hasta mi casa.
Les sugerí que se rasparan las suelas en la calle, o aún mejor, que dejaran las botas en la puerta.
Nos explicaron que es difícil ser una empresa grande, y despuntar se convierte en un afán terrible que atenaza a los directivos como una díscola piraña que pudiera nadar entre tus muslos, y que sólo poniéndote en puntillas alejas el temor de la entrepierna. Ser directivo es duro y muy sacrificado me decía.
De tal calibre fue el discurso que el niño cayó frito, la 'Mari' tuvo convulsiones nerviosas, y yo quedé traspuesto, adormilado por aquella avalancha de disculpas expuestas en plan malabarista. Me espabilé cuando entró en liza el segundo de los Reyes:
- Yo soy Gaspar, el D. Regional de la 20. Para nosotros, el dinero es más importante que la vida, es nuestro lema. - dijo aspirando el aire entre los dientes - Competimos directamente con Madrid, vendemos mucha 'Estrella Damm', pero no basta, luchamos codo a codo con la 10, ¡Queremos ser la 10! - Sentenció.
Nos explicaron que es difícil ser una empresa grande, y despuntar se convierte en un afán terrible que atenaza a los directivos como una díscola piraña que pudiera nadar entre tus muslos, y que sólo poniéndote en puntillas alejas el temor de la entrepierna. Ser directivo es duro y muy sacrificado me decía.
De tal calibre fue el discurso que el niño cayó frito, la 'Mari' tuvo convulsiones nerviosas, y yo quedé traspuesto, adormilado por aquella avalancha de disculpas expuestas en plan malabarista. Me espabilé cuando entró en liza el segundo de los Reyes:
- Yo soy Gaspar, el D. Regional de la 20. Para nosotros, el dinero es más importante que la vida, es nuestro lema. - dijo aspirando el aire entre los dientes - Competimos directamente con Madrid, vendemos mucha 'Estrella Damm', pero no basta, luchamos codo a codo con la 10, ¡Queremos ser la 10! - Sentenció.
- Ser segundos tampoco está tan mal - Le expresé
- Los segundos nunca son campeones, lo dice hasta Mouriño, nosotros queremos ser lo máximo, hablamos de futuro, de SPO a nivel mundial, de ver quien es más gallo en este gallinero, quiero ser President, y una chica Almodovar, quiero ser gloria nacional, entrenador del Barça, quiero que Montserrat vista blaugrana y tenga quesos y nueces en su manto -
A los veinte minutos tuve que vomitar, la mula sufrió una lipotimia y se puso con los ojos en blanco, el encargado de Hipódromo tuvo que darle el boca a boca - "Éste, éste, que entiende de caballos" - dijo uno, mientras el Delegado repetía su discurso en catalán (Era un doblaje programado en los presupuestos).
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